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Una transición presidencial entre protestas y denuncias: los retos de Santiago Peña en Paraguay

El presidente electo asumirá sus funciones el próximo 15 de agosto.

La transición presidencial en Paraguay comenzó en medio de protestas que ya dejaron un saldo de 59 personas detenidas y de denuncias de irregularidades por parte de los dos principales líderes opositores, mismas que ya fueron descartadas por las autoridades electorales.

El domingo, el candidato del oficialista Partido Colorado, Santiago Peñaganó los comicios con el 43 % de los votos. En segundo lugar quedó Efraín Alegre (Concertación Nacional), con el 27 %; y en tercero, Paraguayo Cubas (Cruzada Nacional), con el 23 %.

A pesar de que la diferencia de votos es contundente, Cubas exigió recuento de boletas y convocó a sus simpatizantes a manifestarse frente al Tribunal Electoral, lo que derivó en una serie de disturbios registrados el lunes.

Alegre, por su parte, exigió la realización de un cómputo manual en por lo menos un 10 % de las mesas elegidas aleatoriamente y que se contrate una auditoría internacional independiente. “Nos mantenemos atentos y movilizados”, advirtió.

Sin embargo, las protestas ya fueron controladas, la mayoría de los gobiernos extranjeros felicitaron a Peña y tanto el Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) como la misión de observadores internacionales ratificaron la validez de los resultados. Todo ello debilita las denuncias de la oposición.

El vicepresidente del TSJE, César Rossel, calificó las acusaciones como “un disparate” y conminó a que, quienes tienen dudas de la transparencia de las elecciones, presenten las pruebas respectivas.

“No hay ninguna posibilidad de fraude, los resultados de las elecciones son las expresiones de la ciudadanía, nos guste o no”, añadió Carlos María Ljubetic, asesor legal del máximo órgano electoral, durante una conferencia de prensa ofrecida este martes.

Transparencia

El presidente del Tribunal, Jorge Bogarín, advirtió que defenderán la voluntad popular porque fue un proceso transparente y supervisado por los representantes de todos los partidos.

“No hemos detectado fraude alguno. Nosotros pedimos calma. Decir simplemente que existe fraude de forma genérica, instando a la violencia, no conduce a nada positivo”, dijo al hacer un llamado a los dirigentes para respetar y defender las instituciones.

“Vamos a estar firmes en la defensa del Estado de derecho. Vamos a pedir a la Fiscalía General del Estado que se investigue por qué se intenta impedir el trabajo del Tribunal. Están amenazando a nuestros funcionarios, a nosotros, hablé incluso con el presidente de la República (…) se está cometiendo una coacción a los organismos institucionales”, dijo.

La Misión de Observación Electoral de Transparencia Electoral para las Elecciones Nacionales y Departamentales del Paraguay también avaló el proceso y felicitó a las autoridades por la rapidez con la que se publicaron los resultados.

“La jornada electoral transcurrió con normalidad, con una alta afluencia de electores, y con algunas demoras en los centros electorales visitados”, señaló la misión en un comunicado, en el que agregó que no hubo “problemas de consideración” con el funcionamiento de la Boleta Única Electrónica que se implementó por primera vez a nivel nacional.

Lo que sigue

Peña, un economista de 44 años, protagoniza a partir de ahora un periodo de transición que culminará el próximo 15 de agosto, cuando el actual mandatario, Mario Abdo Benítez, le entregue la banda presidencial.

A su favor, cuenta con la mayoría que el Partido Colorado obtuvo en el Congreso en las elecciones del domingo.

De las 45 bancas que estaban en disputa en el Senado, el oficialismo obtuvo 23. En la Cámara de Diputados, en tanto, se quedó con 48 de 80 curules. Y de las 17 gobernaciones en juego, arrasó en 15.

Los resultados confirmaron el predominio del partido que ha gobernado el país durante ocho décadas de manera casi ininterrumpida, salvo los cuatro años del progresista Fernando Lugo (2008-2012).

Pero Peña también arranca el proceso con factores políticos en contra, en particular porque todavía es visto como un candidato dependiente del expresidente Horacio Cartes, quien está acusado de múltiples causas por corrupción que en EE.UU. ya le valieron decomisos y prohibiciones de ingreso.

Durante la campaña, sus rivales denunciaron en varias ocasiones que, si Peña ganaba, Cartes sería un presidente en la sombra, sospecha que ahora el mandatario electo deberá disipar si quiere fortalecer su liderazgo en un país que tiene el combate a la pobreza y la corrupción entre sus principales retos.

Nota originalmente publicada en RT Español.

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