Madre de adolescente con autismo denuncia la negativa de una escuela en Carolina para brindar acomodo razonable a su hija

Según la progenitora, desde el año pasado existen tres minutas sin firmar, las cuales detallan directrices y todos los acomodos razonables que necesita la joven

Ella me dice que no se atreve a ir al salón de matemáticas. Estos niños son bien perfeccionistas. Entonces ella dice que tiene mucho miedo a fallar y no se siente cómoda en el ambiente. Me faltó una semana porque cuando un niño o una niña o una persona autista, porque esto les pasa a los adultos, tienen problemas de este tipo, eso les causa lo que se conoce como un burn out, o un agotamiento autista que los deja sin la capacidad física, emocional y psíquica para trabajar. Ella llega, se me tira en una cama a dormir, pierde toda la fuerza“.

Así describe Betzaida Ramírez Alers la vida de su hija, Isabella Estrada Ramírez, de 13 años, una adolescente con un diagnóstico de autismo detectado hace un año y que enfrenta lo que su madre denuncia como una negligencia por parte de su escuela para tener un acomodo razonable.

Isabella también es dotada, algo que le fue informado desde niña. Precisamente, el diagnóstico de autismo fue más tardío, pues mucho de lo que su madre notó a lo largo de su crecimiento lo atribuían al ser dotada. Tras el diagnóstico, fue matriculada en la escuela Ángel P. Millán Rohena, en Carolina, en donde no se le presentó un plan de estudio que hizo que la menor incurriera en episodios de ansiedad.

Según la progenitora, desde el año pasado existen tres minutas sin firmar, las cuales detallan directrices y todos los acomodos razonables que necesita la joven, así como señalamiento de errores en su plan educativo individualizado (PEI) y la ausencia de referidos.

Para Ramírez Alers la constante es seguirle la pista a la escuela para que le concedan reuniones y le brinden a la menor elementos tan básicos como lo es la administración de las pruebas diagnósticas.

Me citaron, yo fui, estuve con los maestros y la directora y te digo que no fue una experiencia bonita porque estás sola. Yo no sabía los derechos que yo no tenía y me tuve que exponer, incluso, a que un maestro que no tiene conocimiento en psicología me cuestionara por qué yo la había cambiado de psicólogo, a que me cuestionaran sobre los horarios de sueño, cuando los niños autistas y niñas tienen problemas para dormir. Me sometieron a mí a un interrogatorio tan intenso que yo me sentía hasta mal“, narró Ramírez Alers en Ahora con Damaris Suárez al destacar que cuenta con un grupo de maestros que le brindan apoyo.

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Ese ha sido el patrón que han enfrentado madre e hija, pues a pesar de tocar puertas tanto en el Departamento de Educación (DE) como en la Fortaleza durante semanas, no fue hasta hoy, miércoles, que recibieron una cita para atender el caso de Isabella este viernes, en la Oficina Regional Educativa (ORE) de San Juan, en una reunión en la que espera que se atiendan asuntos que han sido postergados por mucho tiempo.

Yo he pasado tanto, hemos pasado tanto, pero uno a veces no se da cuenta de dónde está. […] A veces uno se acostumbra a la mediocridad, uno se acostumbra a que las cosas tienen que ser bien difíciles y sigue luchando, pero llega el momento en que uno tiene que detenerse y cuestionar, tiene que cuestionar y tiene que pedirse que se rindan cuentas“, añadió.

Con ayuda de la Alianza de Autismo de Puerto Rico, Ramírez Alers radicó una querella en el DE debido a que la directora de la escuela no quiso llevar a cabo el protocolo correcto para que se celebraran las reuniones correspondientes para atender el caso de Isabella, que va desde avisar con tiempo los días de reuniones hasta llenar formularios.

No obstante, a pesar de que hubo reuniones el 29 y 30 de octubre, así como el 13 de noviembre, las minutas preparadas no se han firmado y, por tanto, algunos educadores no le han querido conceder los acomodos razonables a Isabella.

Incluso, Ramírez Alers contó cómo Isabella tuvo que tomar la reposición de un examen en un salón con una veintena de estudiantes que participaban de un curso.

Yo siento que a veces es como que les molesta que un padre sea proactivo y un padre vele por los derechos de su hijo“, destacó. “No hay una supervisión, veo que hay carencia en los procesos de la elaboración de los programas de los estudiantes. Hay carencia de información sobre las condiciones que tienen los estudiantes y los acomodos que necesitan para ayudar a que ellos puedan competir de igual a igual con los otros estudiantes que no tienen dificultades“.

Por el momento, Ramírez Alers espera comunicar en la reunión la recomendación de dos profesionales de la salud, que sugieren que se le reduzca el tiempo lectivo. Y este no es solo el caso de Isabella, puesto que su madre ha recibido mensajes de otras progenitoras que le narran situaciones similares, en la que otros estudiantes no reciben un acomodo.

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